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Viva Cristo Rey

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miércoles, 22 de febrero de 2012

Experiencias “democráticas”


La experiencia democrática latinoamericana ha dejado un saldo categórico. No ha sido mala como sus modelos: ha sido pésima, en tanto que copia necia. La ideología Roussoniana ha adquirido en este hemisferio notas propias; a saber:

1. Es una oclocracia: gobierno impuro de la muchedumbre, según Polibio; o más simplemente, el gobierno de los peores; lo opuesto a la “meritocracia”. Cuanto más atorrante haya sido un sujeto político, más probabilidades de ascender tiene (o, en su defecto de permanecer impune por sus variados delitos.)

2. Es una demagogia: Forma de gobierno corrupta por definición. Cuando los gobernantes se dedican a halagar los peores instintos de la plebe. Se adulan los sectores mayoritarios de la población con vistas a ganarse sus votos. Se lisonjean los errores más crasos (el derecho divino del pueblo), se exaltan las confusiones más elementales (como entre lo económico y lo social), se hace beneficencia con los dineros públicos (que el fisco debe luego reingresar con impuestos que pagan todos) y se promete lo que no se puede ni se piensa cumplir. Platón colocaba al demagogo en el sitio más bajo de la escala social, equiparándolo al estafador.

3. Es una partitocracia: los más incapaces, audaces e inidóneos miembros de una sociedad se agrupan en asociaciones “non sanctas” que suelen denominar “partidos”. Sociedades de auto y mutuo bombo, adversarias del Bien Común, y enemigas de sus similares, por aquella ley física de la impenetrabilidad de los cuerpos: si yo quiero sentarme en este sillón presidencial, luego, tu tienes que salir, para dejarme el sitio libre. Por consiguiente, yo hago que mi prensa adicta te cubra de injurias y calumnias, hasta que quedes completamente desacreditado, y te tengas que ir. Para los enemigos, ni justicia. Y para los amigos, el Presupuesto estatal.

4. Es una cleptocracia: aquellos bandos en pugna se transforman, bajo cuerda, en asociaciones ilícitas con la finalidad de cometer toda clase de delitos contra la Administración Pública. De este modo pueden repartirse los beneficios del cohecho, la malversación de caudales públicos, el peculado, la extorsión, el fraude a la administración, etc., sin temor a ser denunciados, dado el rigor dela “ley de la Omertá” (cuyo lema es: io non sacho niente - yo no sé nada.) Esta nota tuvo reconocimiento jurídico en la Argentina cuando se modificó el Código Penal para establecer que en el delito de enriquecimiento ilícito de los funcionarios, se invertía la carga de la prueba. Es decir , mientras no se pruebe lo contrario, todo funcionario, juez o legislador es un delicuente.

5.Es una plutocracia: donde el primer y único valor vigente es el del dinero. Con él se compra todo; desde los cargos electivos hasta las concesiones de obras y servicios. Claro que por encima de la clase política, y de los “representantes del pueblo”, gobierna discrecionalmente la finanza internacional. Ella elige, remunera, premia y castiga a sus servidores, los demócratas nativos.

Oclocracia, demagogia, partitocracia, cleptocracia y plutocracia, sumadas, arrojan el precipitado de la Democracia latinoamericana. Un modelo singular.

Autor: Enrique Diaz Araujo
Orígenes del democratismo latinoamericano, 2004
Ediciones El testigo, Mendoza

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