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Viva Cristo Rey

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sábado, 9 de junio de 2012

Antecedentes Históricos. de la Cristiada (continuación)

Aproximándose tan importantes elecciones en México y viéndose a todas luces que quienes efectivamente tienen el poder han decidido imponernos a Andrés Manuel López Obrador  (parece ser que a Enrique Peña Nieto, no obstante estar apoyado por al brazo PRIista de la misma conjura, ya lo han dejado abandonado a merced de las fieras)  he considerado necesario seguir publicando   por partes este artículocon el propósito de recordarles a nuestros compatriotas lo que puede suceder de llegar los comunistas, socialistas y demás ateos,  anticatólicos y enemigos de la moral, radicales o moderados, cobijados ahora por  el Partido de la Revolución Democrática, a ostentar el poder en nuestra querida y sufrida Patria



Traducido del inglés por Roberto Hope, de artículo publicado por Gary Potter en
www./catholicism.org/valor-betrayal-cristeros.html




Antecedentes Históricos.

Pasemos ahora a los antecedentes históricos que prometimos exponer

Los americanos que no estén familiarizados con la historia de Europa ni con la de su propio hemisferio, mas que en términos muy generales, supondrán que cuando Hernán Cortés llegó a México en 1519 con su pequeña banda de conquistadores lo hizo bajo la égida de la Corona Española. Así fue, pero hay más que eso. El que el Penacho de Moctezuma esté en un museo de Viena y no en uno de Madrid muestra mejor el cuadro. El soberano de Cortés era el Emperador Carlos V. Carlos gobernaba España porque esa tierra era entonces parte del Imperio (el Sacro Imperio Romano Germánico), pero no fue hasta 1556 que esa tierra llegó a ser una nación como las entendemos actualmente. Fue en 1556 cuando Carlos, deseando pasar los últimos años de su vida en un monasterio, dividió el Imperio renunciando a la dignidad imperial. Su hermano Fernando fue quien la asumió. España y los dominios del Hemisferio Occidental, incluyendo México, fueron asignados al hijo de Carlos, Felipe, conocido en la historia como Felipe II, un gran monarca por su propio derecho.

La teoría del Imperio era que La Iglesia y el Estado, el Papa y el Emperador, colaborarían juntos en forma armoniosa por su paz y prosperidad con el fin de que sus súbditos se mantuvieran tan cercanos a Dios como fuera posible. Los escritores han tratado de describir esta armonía de diversas maneras. Por ejemplo, el Imperio ha sido asemejado a un tren sobre una vía, los rieles representando a la Iglesia y sus enseñanzas, que guían al Imperio. Yo prefiero ver al Imperio como un barco: El emperador va al timón, el Papa va de vigía en la cofa, atento a los escollos y listo para lanzar una advertencia cuando divisa alguno. En toda la historia no se ha intentado una forma de gobierno más ideal que esa.

Desafortunadamente, varias veces a lo largo de los siglos, el Emperador o el Papa, el uno o el otro, han querido actuar al mismo tiempo como timonel y como vigía, creando tensiones entre la Iglesia y el Estado. En ocasiones la tensión se ha converido en conflicto. A ese grado llegó en 1527, cuando las tropas de Carlos V saquearon Roma. (Carlos no buscaba el pillaje, pero sus generales fueron incapaces de evitarlo.)

Felipe y los reyes de España que lo sucedieron verían épocas de tensión y de conflicto declarados entre la Iglesia y el Estado, como lo habían tenido y lo habrían de tener varios Emperadores. Al final, fue el estado el que prevaleció en España, aunque nunca al grado extremo en que eso sucedió en otras naciones. España no fue como Francia, con el desastre del Galicanismo, ni como el Imperio bajo José II. Mucho menos se asemejaría a Inglaterra, donde el monarca, Enrique VIII, simplemente se declaró Cabeza de la Iglesia en ese reino.

Todo esto nos interesa porque, como resultado de ello, durante los tres siglos en que México fue español. la iglesia de México fue generalmente obsequiosa de la Corona, aun cuando su posición no se expresaba en esos términos. Más bien se presentaba que la Iglesia gozaba de la protección del "Real Patronato" (término que en efecto se usaba) de la corona. Debe decirse que, por su parte, la Iglesia no encontraba su posición demasiado objetable, ya que el Real Patronato le garantizaba derechos que en ninguna parte del mundo goza ella hoy en día. El Rey podía nombrar obispos, ciertamente, pero a ninguna secta se le permitía ejercer en público lo que, hablando objetivamente, es el exclusivo derecho de la Iglesia hacer: declarar cuándo una enseñanza religiosa es cristiana y cuándo no lo es. Llegaría el momento en que la  Revolución en México, sapiente de la historia pasada y negando la inmensa diferencia entre una corona católica y un estado puramente secular y anti-religioso que estaba erigiendo, trataría primero de hacer la Iglesia servil al Estado y luego, de eliminarla por completo.

Monarquía independiente

El intento no comenzó inmediatamente después de que el País obtuviera su independencia de España en 1821, Eso fue porque en esa época los revolucionarios no estaban al mando todavía. De hecho, los hombres que primero dirigieron el México independiente eran muy conservadores y casi cada uno de ellos, monarquista, Fue en la misma España donde los liberales habían llegado al poder. Los mexicanos, con el apoyo de los obispos del País, buscaron la independencia precisamente por esa razón. Una vez lograda, no habiendo encontrado un príncipe extranjero que los gobernara, voltearon hacia un hombre de sus propias filas, Don Agustín de Iturbide, a quien proclamaron emperador. Así pues, el primer gobernante del México independiente fue un monarca católico. Los libros de historia que llegan a mencionar este episodio hablan usualmente de que Agustín I — el nombre que él tomó — se declaró a sí mismo emperador, cual si fuera otro Bonaparte. Al contrario, fue ungido canónicamente por el Arzobispo de Guadalajara.

Debe recordarse en este punto, que en ese entonces México era el doble del tamaño del país que ha existido desde 1848. Texas, California, y todo el resto de los Estados Unidos que los norteamericanos llaman ahora el Southwest — todo eso era parte de México. El tener a un monarca católico ocupando tanta porción de su Norteamérica puso muy incómodos a los protestantes que dominaban en los Estados Unidos, una república liberal. Aun un México independiente que hubiera nacido como una república de carácter católico en vez de liberal, habría sido inaceptable para ellos. La visión católica de lo que debería ser una sociedad era muy distinta de la suya. Con el tiempo, habrían de actuar para eliminar la amenaza que ellos percibían de un poder católico desafiando al suyo, lo cual hicieron arrebatando la mitad de México por la fuerza de las armas y luego fortaleciendo la Revolución una vez que ésta se instaló en lo que quedaba del País. Por lo pronto, maquinar la caída del Emperador Agustín era su primer asunto a tratar.

Traición Masónica

Esto no fue difícil dada la fragilidad que siempre caracteriza a las instituciones de una nación que apenas está naciendo — y en México no fue más que en otras partes —. En 1823, Agustín I partió a su exilio en Italia, y se proclamó la República. (Al año siguiente, creyendo que todavía podía servir a su patria e ignorando que había sido sentenciado a muerte, Agustín volvió; fue arrestado a su llegada y fue fusilado,) Entonces fue cuando el vecino del norte pudo ponerse a trabajar en serio. Si el objeto era minar la nación como católica, la antigua Catholic Encyclopedia (1913) explica sucintamente cómo comenzó a lograrse:

"La masonería, tan activamente promovida en México por el primer embajador de los Estados Unidos, Joel L. Poinsett, comenzó a socavar gradualmente la lealtad que tanto los gobernantes como los gobernados manifestaban a la Iglesia. Poco a poco se fueron promulgando leyes contra la Iglesia, limitando sus derechos, como sucedió, por ejemplo, en 1833, excluyendo a los clérigos de las escuelas públicas, no obstante el hecho de que en esa época el presidente Don Valentín Gómez Farías reclamaba para el gobierno republicano los mismos privilegios que había tenido el patronato real, con la facultad de designar ocupantes de las sedes episcopales vacantes y de gozar de otros beneficios eclesiásticos.."

Aun con el riesgo de darle demasiado espacio en este resumen de los antecedentes históricos de La Cristiada, la referencia que la Encyclopedia hace a la masonería sugiere la necesidad de hacer algún comentario acerca del papel que juega en México esta fuerza particular del naturalismo organizado, especialmente porque la referencia deja claro que ese ha sido un papel central.

Conceder su centralidad parecería contradecir la opinión expresada al principio de que el éxito de la Revolución se debe más a nuestra propia naturaleza caída que a las acciones de este o de aquel grupo u organización. Sin embargo reconocimos que las fuerzas del naturalismo organizado, incluyendo la masonería, han tenido una parte importante que jugar en impulsar el "avance" de la Revolución. En ninguna parte ha sido el caso tan notorio como en México. Usualmente, la masonería puede percibirse tras bambalinas en Francia en 1789, en la fundación de la República liberal de los Estados Unidos, en Rusia en 1917. Pero en México ha permanecido al frente y al centro.

Para dar un ejemplo; tan recientemente como en 1979, cuando el Papa Juan Pablo II visitó México en su primer viaje al extranjero como Sumo Pontífice, varias logias del País pagaron anuncios de plana completa, todos a su propio nombre, en los periódicos de la Ciudad de México, protestando por la visita y presagiando funestas consecuencias.

Lo que sea su poder e influencia en los Estados Unidos, los masones de ese país jamás han sido así de abiertos para exhibirse a sí mismos ni para mostrar qué es lo que verdaderamente buscan.

(Desde el punto de vista masónico, lo que ha sucedido desde la primera visita del papa a México ha sido fatal. No sólo es ahora legal que los sacerdotes se pongan el cuello clerical, se les ha dado el derecho de voto. Todavía peor, un católico practicante, Vicente Fox, ha llegado a la Presidencia de la República. Más aún, ha declarado que en su juventud fue inspirado por historias de valor de los Cristeros.)

Si la masonería comenzó a constituir una fuerza en la vida política de México tan pronto como el primer enviado de los Estados Unidos llegó al País, para los años veintes del siglo XX, ya lo era en un grado mucho mayor. Esto fue reconocido por Emilio Portes Gil, designado personalmente por Calles, cuando llegó a  presidente en 1929 y declaró: "En México, el Estado y la Masonería son una misma cosa."

Si ese era el caso con el Estado Mexicano, era inevitable que de la misma manera lo fuera mucho con el Ejército Mexicano

Típico de sus oficiales fue el General Joaquín Amaro, Ministro de Guerra en la época de la Cristiada. Hubo una ocasión infame en sus años de ministro cuando sus colegas oficiales y masones le hicieron una fiesta en la Iglesia de San Joaquín en la Ciudad de México el día de su santo. La fiesta incluyó la actuación de una parodia sacrílega de la Santa Misa, con todo y champaña tomada en los cálices.

(No tan típico fue que el General Amaro se hubiera convertido a la Fe Católica hacia el final de su vida. Algunos dirán ahora probablemente que fue muy a propósito el que haya legado su muy extensa biblioteca de literatura anti-católica a los jesuitas.)

(continuará)

lunes, 4 de junio de 2012


Valor y Traición -- Los Antecedentes Históricos y la Historia de los Cristeros
(continuación)

Aproximándose tan importantes elecciones en México y viéndose a todas luces que quienes efectivamente tienen el poder han decidido imponernos a Andrés Manuel López Obrador, he considerado prudente continuar publicando  este artículo por partes, con el propósito de recordarles a nuestros compatriotas lo que puede suceder de llegar los comunistas, socialistas y demás radicales ateos, anticatólicos y enemigos de la moral, cobijados ahora por  el Partido de la Revolución Democrática, a ostentar el poder en nuestra querida y sufrida Patria


Valor y Traición -- Los Antecedentes Históricos y la Historia de los Cristeros

Traducido del inglés por Roberto Hope, de artículo publicado por Gary Potter en
www./catholicism.org/valor-betrayal-cristeros.html

(Continuación)
Beato Miguel Pro

Decir que la rebelión no fue realmente encabezada por la LNDLR o la ACJM no es para menospreciar a los hombres de esas organizaciones. Ya hemos dicho que algunos de ellos pagaron, aun con su vida, por su fidelidad a la Fe, y así lo hicieron otros por estar vinculados con ellos por parentesco o amistad. Consideren el martirio del Padre Pro, fusilado — muchos lectores habrán visto fotografías de su fusilamiento — por un pelotón de fusilamiento en el cuartel de la policía en la Ciudad de México el 23 de noviembre de 1927.

Aun cuando él no era un miembro activo de la LNDLR, sus dos hermanos, Humberto y Roberto, lo eran. (Durante los meses que pasó en la clandestinidad en la Ciudad de México, el Beato Pro condujo una especie de bolsa de conferencistas para la Liga.) El 13 de noviembre de 1927 hubo un intento de asesinar al Gral. Álvaro Obregón. (Él y el presidente en turno, Plutarco Elías Calles, eran los dos personajes que dominaban la vida política de México en los años 20's, alternando el poder entre ellos en una diarquía que en algo se asemejaba al gobierno de los co-emperadores que se dio en el Imperio Romano.) Los disparos lanzados a Obregón provenían de un auto prestado cuya propiedad pudo con facilidad rastrearse a la LNDLR. Uno de los presuntos asesinos frustrados fue un ingeniero electricista de 24 años llamado Luis Segura Vilchis, miembro activo de la ACJM. Los dirigentes de la LNDLR y de la ACJM ignoraban totalmente lo que Vilchis y sus compañeros se habían propuesto hacer, pero cuando finalmente fue arrestado, la policía tendió una redada para prender a otros miembros de la ACJM y de la LNDLR. Prendidos en la redada al ser cateaba la casa en que moraban juntos, fueron Humberto y su hermano sacerdote. De ninguno se cree que haya tenido nada que ver con el intento de asesinato. Como ya se dijo, el Beato Miguel ni siquiera era miembro de la LNDLR. Eso no le importó al tirano Calles. Tal era lo profundo de su anti-catolicismo, que estaba seguro de que el Beato Miguel tenía que haber sido el autor intelectual del intento de asesinato contra Obregón. Así entonces, ordenó la ejecución sin juicio previo de Vilchis, de los dos hermanos Pro, y de una cuarta persona, Juan Tirado. La policía había estado buscando al Beato Pro durante meses, pero si lo hubieran encontrado antes del 13 de noviembre su peor destino habría sido la expulsión del país. Fue el intento de asesinato de Obregón y la relación del Beato Miguel con la LNDLR por razón de su hermano, que hizo que fuera fusilado.

Dirigencia

Hemos mostrado como los miembros del LNDLR corrían verdadero riesgo aun cuando no anduvieran en los montes con los Cristeros. Debe decirse también  — y debe ser obvio — que si los campesinos-guerreros hubieran prevalecido militarmente, ni su valor como guerreros ni la pureza de sus corazones como católicos los hubiera equipado para formar y encabezar un gobierno nacional.

¿Quién entre ellos hubiera siquiera estado interesado en intentarlo? Una conciencia limpia, no arredrarse en la lucha, amar a sus mujeres y a sus hijos, levantar sus cosechas y quizás tener algo de beber y fumarse un cigarro al finar del día — tales habrían sido los intereses de los Cristeros cuando no eran guerreros. Hombres como esos, hombres serios saben sus límitaciones, Estos campesinos no eran como tantos de los americanos de ahora a quienes se les ha enseñado desde niños que "Tú puedes ser lo que tú quieras" y que se vuelven amargamente resentidos y con frecuencia se convierten en una amenaza cuando aprenden la verdad.

Cuando, en el curso de su rebelión, los Cristeros tomaban pueblos, luego regiones más extensas y eventualmente la totalidad de varios estados, no intentaron ellos mismos proveer el gobierno necesario para mantener los servicios básicos para los habitantes, como el mantener las escuelas abiertas, los alimentos disponibles, los transportes funcionando o cosas de ese tipo. Se alistaban a otros para administrar lo necesario: sacerdotes simpatizantes, oficiales amigos de bajo nivel, pequeños propietarios, profesores de escuela, empleados — esos hombres y otros como ellos — hombres con alguna educación o con preparación profesional. La formación de un gobierno nacional habría requerido hombres como los de la LNDLR.

Hay un punto más que asentar antes de pasar a los antecedentes históricos de la Cristiada.

Intenso Anti-Catolicismo

En algunos párrafos anteriores hicimos referencia al profundo anti-catolicismo del presidente Calles. El anti-catolicismo de que hablamos no es del tipo contra el cual la mayoría de nuestros lectores se topa en su vida cotidiana. Es el anti-catolicismo revelado por la Revolución (o "democracia") como inherente en ella cuando insiste en que los hombres deben vivir de conformidad con su propia voluntad en vez de la de Dios, como si Él no existiera. El anti-catolicismo de todos los días simplemente considera la Fe como algo malo o simplemente como demasiado controladora de la vida de quienes nos adherimos a ella. La Revolución no ve la Fe como algo simplemente malo sino como algo expresamente antagónico a ella. Es antagónica a la Revolución pero eso es irrelevante al punto que queremos hacer. El revolucionario, cuando es leal a sí mismo, no simplemente rechaza la fe; la odia, desea destruirla. "Ecrazes l'infame" gritó Voltaire. "Aplasten a la infame" refiriéndose así a la Iglesia.

Para darse cuenta de lo profundo del odio de la Revolución, y comprender contra qué luchaban los Cristeros, aquí van algunas líneas extraídas de un discurso dado por uno de los generales del Gobierno, J.B. Vargas en el pueblo de Valparaíso, Zacatecas:

"El clero perverso, compuesto por traidores a la Patria, y recibiendo órdenes de un dirigente extranjero que siempre está conspirando para provocar intervenciones extranjeras en México con el fin de asegurar su dominio y sus privilegios, es dañino porque su misión es brutalizar a la gente ignorante para poder explotarla y hacerla fanática hasta el punto de la idiotez, y engañarla inventando que los miembros del clero son representantes de Dios, para vivir de las masas indolentes e iletradas, que es donde los frailes ejercen su dominio. Basta con tener alguna idea de la terrible historia de la Inquisición para darse cuenta de que los sacerdotes y las casullas apestan a prostitución y crimen."

En cuanto a Calles, conviene tener una idea precisa de lo que lo motivaba ya que él era la misma encarnación de la Revolución en México. (De hecho, después de que Obregón hubiera desaparecido, la designación oficial de Calles era la de "Jefe Supremo de la Revolución.") El hombre fue descrito por Ernest Lagarde, charge d'affaires de la Legación Francesa en la época de la Cristiada. Según David Bailey, el embajador Dwight Morrow de los Estados Unidos consideraba a Lagarde el hombre mejor informado sobre el tema [de las relaciones Iglesia.Estado] en México. Lagarde escribió sobre el Presidente de la República:

"Calles era un adversario apasionado y violento de la Iglesia Romana, no porque quisiera prevenir a ésta de extender su influencia y poder, sino porque había decidido extirpar la Fe Católica del territorio mexicano. Lo que era tan fundamental en su carácter era el ser un hombre de principios, poseído de una energía que rayaba en la obstinación y en la crueldad, y estaba preparado para atacar no sólo a las personas sino también los principios y la institución misma, y a imponer el sistema de gobierno que, como resultado de sus convicciones filosóficas, él apoyaba, el cual condenaba como desastrosa económica y políticamente la misma existencia de la iglesia."

(continuará)

sábado, 2 de junio de 2012


Aproximándose tan importantes elecciones en México y viéndose a todas luces que quienes efectivamente tienen el poder han decidido imponernos a Andrés Manuel López Obrador, creo prudente publicar por partes el siguiente artículo para recordarle a nuestros compatriotas lo que puede suceder de llegar los comunistas, socialistas y demás radicales ateos, anticatólicos y enemigos de la moral, que cobija el Partido de la Revolución Democrática, a ostentar el poder en nuestra sufrida Patria


Valor y Traición -- Los Antecedentes Históricos y la Historia de los Cristeros

Traducido del inglés por Roberto Hope, de artículo publicado por Gary Potter en
www./catholicism.org/valor-betrayal-cristeros.html

1a Parte

Además de haber alcanzado efectivamente el poder casi en todo el mundo dos siglos después de haber estallado en Francia en 1789, la siempre creciente Revolución1 ha prosperado de otras maneras. Quizás su mayor éxito haya sido el grado en que ha podido persuadir a la gran masa de la humanidad de que el movimiento es de ellos, una lucha de la mayoría por su liberación y por alcanzar oportunidades, en contra de las elites que antiguamente las habían oprimido y que volverán a hacerlo a menos que se mantengan vigilantes. Sin duda, el éxito de la Revolución en este respecto ayuda a explicar el hecho de que ahora haya adquirido enorme poder en casi todo el mundo, aunque ya raras veces a su propio nombre. Hoy día suele presentarse con el nombre de "Democracia."

Aun cuando su poder se extiende a casi todo el mundo, lo que más le importa a la propia Revolución es, primero que nada, que su poder se extienda a los territorios de aquellos países que en otros tiempos constituyeran la Cristiandad. Su existencia surgió, después de todo, para derrocar las creencias, leyes, costumbres y prácticas que distinguí­an a la Cristiandad del resto del mundo, En lo que respecta a ese "resto," la mayor parte ya había sido coloni­zado o de alguna otra manera ya imitaba a los países de la Cristiandad para cuando la Revolución suplantó las enseñanzas de la Fe con su propia falsa filosofía. Así, la transformación de la Cristiandad en el Occidente Liberal inevitablemente dio como resultado la hegemonía de la Revolución sobre las demás tierras de Asia, África y el resto del mundo.

El que la Revolución siempre haya buscado suplantar la Fe con sus propios principios ha llevado a muchos comentaristas cristianos a identificar a este o a aquel grupo u organización no cristianos como la verdadera fuerza o poder que está "detrás" del movimiento. Ningún hombre razonable puede dudar que las "fuerzas del naturalismo organizado", como las llamó el formidable Padre Dennis Fahey, han jugado su papel en la historia de los últimos dos siglos. Sin embargo, el punto de vista expresado aquí — como también creemos que era el del Padre Fahey si lo hemos leído correctamente — es que el casi universal dominio de la Revolución hoy en día se debe más a nuestra naturaleza caída que a ninguna otra cosa. O sea, el hombre se ha inclinado siempre desde la Caída a vivir conforme a su propia voluntad en vez de acatar la de Dios. Comenzando hace dos siglos, los hombres comenzaron finalmente a derrocar las instituciones políticas y sociales que acotaban esa inclinación. Durante algún tiempo, la Iglesia fue capaz de evitar que esta transformación se hiciera casi completa, de la misma manera como anteriormente había podido evitarla plenamente. En el Concilio Vaticano II, sin embargo, se repudió el que sus enseñanzas debieran jugar un papel o tuvieran influencia en los asuntos políticos. (Nos referimos a política en el sentido de que constituye el medio por el cual se regula la vida en sociedad). De entonces para acá, poco ha sido lo que se le ha interpuesto en su camino.

Decir que haya sido poco lo que se ha interpuesto en su camino no quiere decir que haya sido nada. Aquí y allá, grupos e individuos luchan por mantener viva la idea del Orden Social Cristiano. Su mera existencia impide al casi universal dominio de la Revolución volverse absoluto. Eso por una parte. Por la otra, manteniendo viva la idea ahora, también hacen posible que el orden social cristiano sea revivido cuando Dios decida que la hora de restablecerlo ha llegado.

La labor de estos individuos y grupos es gravoso, pues no es fácil permanecer siempre en el lado perdedor de la historia. Las cosas pueden ser aún más descorazonantes para aquéllos que no están ocupados directamente en esa labor pero que la apoyan. ¿Llegará algún día un tiempo más luminoso? se preguntan.

Un Ejemplo Alentador

La historia que sigue puede darnos algún aliento. Es la historia — narrrada de manera demasiado breve — de los Cristeros Mexicanos, campesinos católicos que no aceptaron que la revolución fuera su movimiento. Se levantaron en armas contra su propia nación, y por su misma lucha y muerte en el número en que lo hicieron, dieron el mentís — como lo hicieran los Vendeanos en Francia y los Carlistas en España — a la idea de que el enemigo le debe su éxito pasado y presente a "el pueblo."

La historia de los Cristeros, empero, no es una de victoria. Eso no la hace menos inspiradora, sin embargo, pues si al final depusieron las armas no fue realmente para rendirse a la Revolución contra la cual lucharon. Militarmente tuvieron éxitos brillantes, y el que ellos pudieran haber prevalecido finalmente en el campo de batalla es posible, y en mayo de 1929, hasta se veía probable. Sin embargo, carecían del apoyo que merecían. Esto no se refiere al apoyo popular, pues el de ellos fue un levantamiento genuinamente popular. Lo que faltaba, excepto al mero inicio (y que aun entonces no era de una naturaleza práctica) era el apoyo de los obispos de la Iglesia en México. Faltaba también el apoyo de la Santa Sede, que alguna vez había tronado contra el régimen de la Ciudad de México, pero eso había sido antes de llegar a un arreglo con él, arreglo que fue fatal para los Cristeros. En lo que atañe a que los obispos y la Santa Sede hayan seguido el camino que siguieron, podría decirse que en vez de apoyar a los Cristeros, los campesinos-guerreros fueron traicionados por los mismos hombres por quienes ellos lucharon.

Y traicionados fueron. En última instancia, sin embargo, lucharon por ellos mismos, por sus familias, por su forma de vida, por sus creencias. Si fueron compelidos a dejar de luchar no lejos de alcanzar una victoria, su causa no fue derrotada, y ciertamente no fue una causa perdida. Permanece viva en las mentes y corazones de muchos mexicanos que todavía creen como creyeron los Cristeros. Permanece viva de manera parecida a la que la causa del Sur (la causa de una sociedad ordenada jerárquicamente y arraigada en la tierra, fiel a las costumbres y a las tradiciones, aferrándose al honor y desdeñosa del pragmatismo político), para muchos Americanos no se ha perdido, aun cuando la guerra que se luchó para formar una nación independiente que la encarnara cesó en 1865.

Como pasa con todo lo que tiene una escala épica como la historia de la Cristiada, lo que sucedió no puede entenderse sin una comprensión de los antecedentes historicos. (Los Cristeros, los hombres que se alzaron en la Cristiada, no se llamaban Cristeros a sí mismos, ni su lucha la llamaban rebelión Cristera. La palabra "Cristero" fue acuñada y aplicada a ellos por sus enemigos, los Masónico-Socialistas que gobernaban México, por razón de su lema y verdadero grito de guerra "¡Viva Cristo Rey!")

Fuentes

Antes de que veamos los antecedentes históricos, vienen al caso unas palabras concernientes a las fuentes que utilizamos. Existen en inglés crónicas confiables de La Cristiada: La más completa — de hecho la obra definitiva sobre el tema — es The Cristero Rebellion; The Mexican People Between Church and State, 1926-1929 , por Jean A. Meyer (Cambridge University Press, 1976) [N del Tr: en español se publicó como: La Cristia­da: Guerra de los Cristeros. Ciudad de México: Siglo XXI Editores, 1978]. Otra obra que puede recomendarse es Viva Cristo Rey!The Cristero Rebellion and the Church-State Conflict in Mexico, por David C. Bailey (University of Texas Press, 1974).

Esos dos libros y algunas otras cosas, pero principalmente esos dos libros, son la fuente de la mayoría de los hechos que se narran aquí, aunque la interpretación de muchos datos nace de nuestro imperturbable punto de vista católico y de nuestras convicciones personales que emanan de él. Debe mencionarse de la obra de Bailey, sin embargo, que él le atribuye a dos organizaciones mucha mayor parte de la dirección o mando de la rebelión Cristera que la que realmente ejercieron. (Las memorias escritas por algunos veteranos de las batallas, así como e libro de Meyer, lo dejan claro.) Esas organizaciones fueron la ACJM (Asociación Católica de la Juventud Mexicana) y, especialmente, la LNDLR (Liga Nacional Defensora de la Libertad Religiosa.)

Es cierto que en 1926, los hombres que formaban el núcleo de la LNDLR decidieron, habiéndose agotado otros medios) que no había manera de terminar la opresión de la Iglesia en México excepto mediante la insurrección armada contra el gobierno, con el objetivo final de reemplazarlo por uno católico. Sin embargo, para cuando la decisión fue tomada ya habían ocurrido alzamientos campesinos en numerosas localidades, y aquí y allá habían comenzado a surgir paladines campesinos y estaban empezando a combinar sus esfuerzos. En otras palabras, el movimiento estaba en marcha. Los abogados, doctores, ingenieros, pequeños comerciantes e intelectuales de la clase media que formaban la LNDLR tuvieron que correr como locos para ponerse al frente. Además, una vez llegaron, simplemente sólo estaban ahí. Algunos habrían de pagar un alto precio por su "dirigencia" de los Cristeros, incluyendo el precio más extremo, pero pocos jamás vieron acción en el terreno de combate. Los Cristeros en gran medida fueron jefes de sí mismos. Habrían seguido su lucha con o sin la LNDLR  De hecho, la siguieron. El último guerrero Cristero que murió en batalla cayó en 1941, doce años después de que la traición dejara totalmente impotente a la LNDLR y a la ACJM. (La LNDLR pronto se disolvió. La ACJM fue fundida en la organización juvenil oficial del episcopado).

Quiénes fueron

La verdadera naturaleza de la rebelión se ve por los hombres que al final se volvieron sus verdaderos dirigentes Como los campesinos de La Vendee en Francia fueron dirigidos mayormente por otros campesinos y artesanos que demostraron un don sorprendente para dirigir militarmente, especialmente en acciones de tipo guerrilla, los Cristeros hallaron su general más brillante en un hombre que había sido vendedor viajero de productos farma­céuticos antes de que comenzara la insurgencia. Su nombre, aún honrado por los patriotas católicos de Méxi­co, era Jesús Degollado Guízar. Dos de los más altos generales eran simples sacerdotes (ambos étnicamente indios) de parroquias rurales, los padre Aristeo Pedroza y José Reyes. Otros hombres sin experiencia militar ascendieron a puestos de mando en un ejército que contaba con 50,000 hombres cuando parecía estar al borde del triunfo.

Unos pocos soldados profesionales habrían de pelear del lado de los Cristeros. El más ilustre, un artillero que fue hecho general en el ejército regular de México a la edad de 40 años, era Enrique Goroztieta. Por increíble que parezca, él era agnóstico, hasta masón. Por qué motivo exactamente había dejado el ejército antes de que comenzara la revuelta y luego se unió a ella, no está claro. Era un hombre ambicioso y pudo haber soñado en una carrera militar exitosa que lo llevara a alcanzar el poder político. ¿Dejó el ejército regular porque su carrera ahí no lo estaba llevando en esa dirección? ¿Se imaginaría que una victoria cristera sí lo llevaría? Apenas si tiene importancia. Lo que sí la tiene es que su servicio con los Cristeros lo volvió católico y lo llevó a sufrir una muerte heróica.

Fue el comportamiento de sus hombres fuera del campo de batalla pero especialmente bajo fuego, lo que convirtió al militar profesional. Específicamente, el comandante se había llenado de admiración por los hombres que él comandaba. Esto puede sacarse de numerosos comentarios que a lo largo del tiempo les daba a sus subordindos y a sus colegas oficiales. ¿Qué hacía a los Cristeros ser los hombres que eran? Era su Fe, fue lo que concluyó. Y así, la abrigó él mismo.

Dejaremos que Jean Meyer describa lo que Gorostieta atestiguó cuando veía a los Cristeros en acción. "Soldados en huaraches y vestidos de algodón blanco, henchidos todavía del espíritu comunitario de su aldea, de su parcela, de sus proyectos privados, [que] se mantenían firmes bajo el fuego, no titubeaban para responder a exigencias supremas, y frente a los ojos de él cruzaron aquélla raya más allá de la cual uno ya no se ama a sí mismo, más allá de la cual uno ya no piensa en preservar la propia vida. Los veía levantarse y marchar calmadamente al combate, lanzarse machete en mano sobre las ametralladoras federales y escalar alturas en cuya cima los simples campesinos comenzaban a parecernos ser grandes guerreros."

El 2 de junio de 1929, en una hacienda de Michoacán, separado de sus hombres, herido, enterado de que los obispos estaban vendiendo la causa, atrapado en una casa rodeada por tropas del gobierno, pero rehusando rendirse, Gorostieta se lanzó fuera y murió con pistolas disparando en ambas manos, evidentemente determinado a llevarse consigo a tantos federales como fuera posible.

Aunque la LNDLR le había conferido el título de "Jefe Supremo" de lo que llamaba la Guardia Nacional, debe enfatizarse que Goroztieta, no más que Jesús Degollado, que el Padre Pedroza, que el Padre Reyes o que nadie más, jamás fue por los Cristeros mismos visto como su Supremo Comandante o Dirigente. La rebelión no tuvo un Pancho Villa, un Emiliano Zapata o un caudillo. En el contexto de la historia de México esto era tan desusual que el agregado militar de la Embajada de los Estados Unidos, el Coronel Gordon Johnston, informó al Departamento de Guerra en Washington que esa era la característica más sobresaliente de la rebelión.

¿Podría haberle ocurrido a Johnston, quien casi ciertamente era protestante (y probablemente masón si llegó a ser coronel en el ejército de los Estados Unidos en esa época), que los hombres con Cristo Rey a su cabeza no tenían necesidad de un solo dirigente humano a quién seguir?

(continuará)