Aproximándose tan importantes elecciones en México y viéndose a todas luces que quienes efectivamente tienen el poder han decidido imponernos a Andrés Manuel López Obrador, creo prudente publicar por partes el siguiente artículo para recordarle a nuestros compatriotas lo que puede suceder de llegar los comunistas, socialistas y demás radicales ateos, anticatólicos y enemigos de la moral, que cobija el Partido de la Revolución Democrática, a ostentar el poder en nuestra sufrida Patria
Valor y Traición -- Los Antecedentes
Históricos y la Historia de los Cristeros
Traducido del inglés por Roberto Hope,
de artículo publicado por Gary Potter en
www./catholicism.org/valor-betrayal-cristeros.html
1a Parte
Además de haber alcanzado efectivamente el
poder casi en todo el mundo dos siglos después de haber estallado en
Francia en 1789, la siempre creciente Revolución1 ha
prosperado de otras maneras. Quizás su mayor éxito haya sido el grado en
que ha podido persuadir a la gran masa de la humanidad de que el
movimiento es de ellos, una lucha de la mayoría por su liberación y
por alcanzar oportunidades, en contra de las elites que antiguamente las
habían oprimido y que volverán a hacerlo a menos que se mantengan
vigilantes. Sin duda, el éxito de la Revolución en este respecto
ayuda a explicar el hecho de que ahora haya adquirido enorme poder en
casi todo el mundo, aunque ya raras veces a su propio nombre. Hoy día
suele presentarse con el nombre de "Democracia."
Aun cuando su poder se extiende a casi
todo el mundo, lo que más le importa a la propia Revolución es, primero que nada, que su poder se extienda a los territorios de
aquellos países que en otros tiempos constituyeran la Cristiandad. Su
existencia surgió, después de todo, para derrocar las creencias,
leyes, costumbres y prácticas que distinguían a la Cristiandad
del resto del mundo, En lo que respecta a ese "resto," la
mayor parte ya había sido colonizado o de alguna otra manera ya
imitaba a los países de la Cristiandad para cuando la Revolución
suplantó las enseñanzas de la Fe con su propia falsa filosofía.
Así, la transformación de la Cristiandad en el Occidente Liberal
inevitablemente dio como resultado la hegemonía de la Revolución
sobre las demás tierras de Asia, África y el resto del mundo.
El que la Revolución siempre haya
buscado suplantar la Fe con sus propios principios ha llevado a
muchos comentaristas cristianos a identificar a este o a aquel grupo
u organización no cristianos como la verdadera fuerza o poder que
está "detrás" del movimiento. Ningún hombre razonable
puede dudar que las "fuerzas del naturalismo organizado",
como las llamó el formidable Padre Dennis Fahey, han jugado su papel
en la historia de los últimos dos siglos. Sin embargo, el punto de
vista expresado aquí — como también creemos que era el del Padre Fahey si
lo hemos leído correctamente — es que el casi universal dominio de
la Revolución hoy en día se debe más a nuestra naturaleza caída
que a ninguna otra cosa. O sea, el hombre se ha inclinado siempre
desde la Caída a vivir conforme a su propia voluntad en vez de acatar la de
Dios. Comenzando hace dos siglos, los hombres comenzaron finalmente
a derrocar las instituciones políticas y sociales que acotaban esa
inclinación. Durante algún tiempo, la Iglesia fue capaz de evitar
que esta transformación se hiciera casi completa, de la misma manera
como anteriormente había podido evitarla plenamente. En el Concilio
Vaticano II, sin embargo, se repudió el que sus enseñanzas debieran jugar un papel o tuvieran influencia en los asuntos políticos. (Nos
referimos a política en el sentido de que constituye el medio por el
cual se regula la vida en sociedad). De entonces para acá, poco ha
sido lo que se le ha interpuesto en su camino.
Decir que haya sido poco lo que se ha
interpuesto en su camino no quiere decir que haya sido nada. Aquí y
allá, grupos e individuos luchan por mantener
viva la idea del Orden Social Cristiano. Su mera existencia impide
al casi universal dominio de la Revolución volverse absoluto. Eso
por una parte. Por la otra, manteniendo viva la idea ahora, también
hacen posible que el orden social cristiano sea revivido cuando Dios
decida que la hora de restablecerlo ha llegado.
La labor de estos individuos y grupos
es gravoso, pues no es fácil permanecer siempre en el lado perdedor
de la historia. Las cosas pueden ser aún más descorazonantes para
aquéllos que no están ocupados directamente en esa labor pero que
la apoyan. ¿Llegará algún día un tiempo más luminoso? se
preguntan.
Un Ejemplo Alentador
La historia que sigue puede darnos
algún aliento. Es la historia — narrrada de manera demasiado
breve — de los Cristeros Mexicanos, campesinos católicos que no
aceptaron que la revolución fuera su movimiento. Se levantaron en
armas contra su propia nación, y por su misma lucha y muerte en el
número en que lo hicieron, dieron el mentís — como lo hicieran
los Vendeanos en Francia y los Carlistas en España — a la idea de
que el enemigo le debe su éxito pasado y presente a "el pueblo."
La historia de los Cristeros, empero,
no es una de victoria. Eso no la hace menos inspiradora, sin
embargo, pues si al final depusieron las armas no fue realmente para
rendirse a la Revolución contra la cual lucharon. Militarmente
tuvieron éxitos brillantes, y el que ellos pudieran haber
prevalecido finalmente en el campo de batalla es posible, y en mayo
de 1929, hasta se veía probable. Sin embargo, carecían del apoyo
que merecían. Esto no se refiere al apoyo popular, pues el de ellos
fue un levantamiento genuinamente popular. Lo que faltaba, excepto al
mero inicio (y que aun entonces no era de una naturaleza práctica)
era el apoyo de los obispos de la Iglesia en México. Faltaba
también el apoyo de la Santa Sede, que alguna vez había tronado
contra el régimen de la Ciudad de México, pero eso había sido
antes de llegar a un arreglo con él, arreglo que fue fatal para los
Cristeros. En lo que atañe a que los obispos y la Santa Sede hayan
seguido el camino que siguieron, podría decirse que en vez de apoyar
a los Cristeros, los campesinos-guerreros fueron traicionados por los
mismos hombres por quienes ellos lucharon.
Y traicionados fueron. En última
instancia, sin embargo, lucharon por ellos mismos, por sus familias, por su forma de vida, por sus creencias. Si fueron compelidos a dejar
de luchar no lejos de alcanzar una victoria, su causa no fue
derrotada, y ciertamente no fue una causa perdida. Permanece viva en
las mentes y corazones de muchos mexicanos que todavía creen como
creyeron los Cristeros. Permanece viva de manera parecida a la que
la causa del Sur (la causa de una sociedad ordenada jerárquicamente
y arraigada en la tierra, fiel a las costumbres y a las tradiciones,
aferrándose al honor y desdeñosa del pragmatismo político), para
muchos Americanos no se ha perdido, aun cuando la guerra que se luchó
para formar una nación independiente que la encarnara cesó en 1865.
Como pasa con todo lo que tiene una
escala épica como la historia de la Cristiada, lo que sucedió no
puede entenderse sin una comprensión de los antecedentes historicos.
(Los Cristeros, los hombres que se alzaron en la Cristiada, no se
llamaban Cristeros a sí mismos, ni su lucha la llamaban rebelión Cristera.
La palabra "Cristero" fue acuñada y aplicada a ellos por
sus enemigos, los Masónico-Socialistas que gobernaban México, por
razón de su lema y verdadero grito de guerra "¡Viva Cristo
Rey!")
Fuentes
Antes de que veamos los antecedentes
históricos, vienen al caso unas palabras concernientes a las
fuentes que utilizamos. Existen en inglés crónicas confiables de La Cristiada:
La más completa — de hecho la obra definitiva sobre el tema — es
The Cristero Rebellion; The Mexican People Between Church and
State, 1926-1929 , por Jean A.
Meyer (Cambridge University Press, 1976) [N del Tr: en
español se publicó como: La Cristiada: Guerra de los
Cristeros. Ciudad de México: Siglo XXI Editores, 1978]. Otra obra
que puede recomendarse es Viva Cristo Rey!The Cristero Rebellion
and the Church-State Conflict in Mexico,
por David C. Bailey (University of Texas Press, 1974).
Esos
dos libros y algunas otras cosas, pero principalmente esos dos
libros, son la fuente de la mayoría de los hechos que se narran
aquí, aunque la interpretación de muchos datos nace de nuestro
imperturbable punto de vista católico y de nuestras convicciones
personales que emanan de él. Debe mencionarse de la obra de Bailey,
sin embargo, que él le atribuye a dos organizaciones mucha mayor
parte de la dirección o mando de la rebelión Cristera que la que
realmente ejercieron. (Las memorias escritas por algunos veteranos
de las batallas, así como e libro de Meyer, lo dejan claro.) Esas
organizaciones fueron la ACJM (Asociación Católica de la Juventud
Mexicana) y, especialmente, la LNDLR (Liga Nacional Defensora de la
Libertad Religiosa.)
Es
cierto que en 1926, los hombres que formaban el núcleo de la LNDLR
decidieron, habiéndose agotado otros medios) que no había manera de
terminar la opresión de la Iglesia en México excepto mediante la
insurrección armada contra el gobierno, con el objetivo final de
reemplazarlo por uno católico. Sin embargo, para cuando la decisión
fue tomada ya habían ocurrido alzamientos campesinos en numerosas
localidades, y aquí y allá habían comenzado a surgir paladines
campesinos y estaban empezando a combinar sus esfuerzos. En otras
palabras, el movimiento estaba en marcha. Los abogados, doctores,
ingenieros, pequeños comerciantes e intelectuales de la clase media
que formaban la LNDLR tuvieron que correr como locos para ponerse al frente.
Además, una vez llegaron, simplemente sólo estaban ahí. Algunos
habrían de pagar un alto precio por su "dirigencia" de los
Cristeros, incluyendo el precio más extremo, pero pocos jamás vieron
acción en el terreno de combate. Los Cristeros en gran medida
fueron jefes de sí mismos. Habrían seguido su lucha con o sin la
LNDLR De hecho, la siguieron. El último guerrero Cristero que
murió en batalla cayó en 1941, doce años después de que la
traición dejara totalmente impotente a la LNDLR y a la ACJM. (La
LNDLR pronto se disolvió. La ACJM fue fundida en la organización
juvenil oficial del episcopado).
Quiénes
fueron
La
verdadera naturaleza de la rebelión se ve por los hombres que al
final se volvieron sus verdaderos dirigentes Como los campesinos de
La Vendee en Francia fueron dirigidos mayormente por otros campesinos
y artesanos que demostraron un don sorprendente para dirigir
militarmente, especialmente en acciones de tipo guerrilla, los
Cristeros hallaron su general más brillante en un hombre que había
sido vendedor viajero de productos farmacéuticos antes de que
comenzara la insurgencia. Su nombre, aún honrado por los patriotas
católicos de México, era Jesús Degollado Guízar. Dos de los
más altos generales eran simples sacerdotes (ambos étnicamente
indios) de parroquias rurales, los padre Aristeo Pedroza y José
Reyes. Otros hombres sin experiencia militar ascendieron a puestos
de mando en un ejército que contaba con 50,000 hombres cuando parecía
estar al borde del triunfo.
Unos
pocos soldados profesionales habrían de pelear del lado de los
Cristeros. El más ilustre, un artillero que fue hecho general en el
ejército regular de México a la edad de 40 años, era Enrique
Goroztieta. Por increíble que parezca, él era agnóstico, hasta
masón. Por qué motivo exactamente había dejado el ejército antes de que
comenzara la revuelta y luego se unió a ella, no está claro. Era
un hombre ambicioso y pudo haber soñado en una carrera militar
exitosa que lo llevara a alcanzar el poder político. ¿Dejó el
ejército regular porque su carrera ahí no lo estaba llevando en esa
dirección? ¿Se imaginaría que una victoria cristera sí lo
llevaría? Apenas si tiene importancia. Lo que sí la tiene es que
su servicio con los Cristeros lo volvió católico y lo llevó a
sufrir una muerte heróica.
Fue el
comportamiento de sus hombres fuera del campo de batalla pero
especialmente bajo fuego, lo que convirtió al militar profesional.
Específicamente, el comandante se había llenado de admiración por los
hombres que él comandaba. Esto puede sacarse de numerosos
comentarios que a lo largo del tiempo les daba a sus subordindos y a
sus colegas oficiales. ¿Qué hacía a los Cristeros ser los
hombres que eran? Era su Fe, fue lo que concluyó. Y así, la abrigó
él mismo.
Dejaremos
que Jean Meyer describa lo que Gorostieta atestiguó cuando veía a
los Cristeros en acción. "Soldados en huaraches y vestidos de
algodón blanco, henchidos todavía del espíritu comunitario de su
aldea, de su parcela, de sus proyectos privados, [que] se mantenían
firmes bajo el fuego, no titubeaban para responder a exigencias
supremas, y frente a los ojos de él cruzaron aquélla raya más allá de la
cual uno ya no se ama a sí mismo, más allá de la cual uno ya no
piensa en preservar la propia vida. Los veía levantarse y marchar
calmadamente al combate, lanzarse machete en mano sobre las
ametralladoras federales y escalar alturas en cuya cima los simples
campesinos comenzaban a parecernos ser grandes guerreros."
El 2
de junio de 1929, en una hacienda de Michoacán, separado de sus
hombres, herido, enterado de que los obispos estaban vendiendo la
causa, atrapado en una casa rodeada por tropas del gobierno, pero
rehusando rendirse, Gorostieta se lanzó fuera y murió con pistolas
disparando en ambas manos, evidentemente determinado a llevarse
consigo a tantos federales como fuera posible.
Aunque
la LNDLR le había conferido el título de "Jefe Supremo"
de lo que llamaba la Guardia Nacional, debe enfatizarse que
Goroztieta, no más que Jesús Degollado, que el Padre Pedroza, que
el Padre Reyes o que nadie más, jamás fue por los Cristeros mismos
visto como su Supremo Comandante o Dirigente. La rebelión no tuvo
un Pancho Villa, un Emiliano Zapata o un caudillo. En el contexto de
la historia de México esto era tan desusual que el agregado militar
de la Embajada de los Estados Unidos, el Coronel Gordon Johnston,
informó al Departamento de Guerra en Washington que esa era la
característica más sobresaliente de la rebelión.
¿Podría
haberle ocurrido a Johnston, quien casi ciertamente era protestante
(y probablemente masón si llegó a ser coronel en el ejército de
los Estados Unidos en esa época), que los hombres con Cristo Rey a
su cabeza no tenían necesidad de un solo dirigente humano a quién
seguir?
(continuará)
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