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Viva Cristo Rey

Viva Cristo Rey

sábado, 2 de junio de 2012


Aproximándose tan importantes elecciones en México y viéndose a todas luces que quienes efectivamente tienen el poder han decidido imponernos a Andrés Manuel López Obrador, creo prudente publicar por partes el siguiente artículo para recordarle a nuestros compatriotas lo que puede suceder de llegar los comunistas, socialistas y demás radicales ateos, anticatólicos y enemigos de la moral, que cobija el Partido de la Revolución Democrática, a ostentar el poder en nuestra sufrida Patria


Valor y Traición -- Los Antecedentes Históricos y la Historia de los Cristeros

Traducido del inglés por Roberto Hope, de artículo publicado por Gary Potter en
www./catholicism.org/valor-betrayal-cristeros.html

1a Parte

Además de haber alcanzado efectivamente el poder casi en todo el mundo dos siglos después de haber estallado en Francia en 1789, la siempre creciente Revolución1 ha prosperado de otras maneras. Quizás su mayor éxito haya sido el grado en que ha podido persuadir a la gran masa de la humanidad de que el movimiento es de ellos, una lucha de la mayoría por su liberación y por alcanzar oportunidades, en contra de las elites que antiguamente las habían oprimido y que volverán a hacerlo a menos que se mantengan vigilantes. Sin duda, el éxito de la Revolución en este respecto ayuda a explicar el hecho de que ahora haya adquirido enorme poder en casi todo el mundo, aunque ya raras veces a su propio nombre. Hoy día suele presentarse con el nombre de "Democracia."

Aun cuando su poder se extiende a casi todo el mundo, lo que más le importa a la propia Revolución es, primero que nada, que su poder se extienda a los territorios de aquellos países que en otros tiempos constituyeran la Cristiandad. Su existencia surgió, después de todo, para derrocar las creencias, leyes, costumbres y prácticas que distinguí­an a la Cristiandad del resto del mundo, En lo que respecta a ese "resto," la mayor parte ya había sido coloni­zado o de alguna otra manera ya imitaba a los países de la Cristiandad para cuando la Revolución suplantó las enseñanzas de la Fe con su propia falsa filosofía. Así, la transformación de la Cristiandad en el Occidente Liberal inevitablemente dio como resultado la hegemonía de la Revolución sobre las demás tierras de Asia, África y el resto del mundo.

El que la Revolución siempre haya buscado suplantar la Fe con sus propios principios ha llevado a muchos comentaristas cristianos a identificar a este o a aquel grupo u organización no cristianos como la verdadera fuerza o poder que está "detrás" del movimiento. Ningún hombre razonable puede dudar que las "fuerzas del naturalismo organizado", como las llamó el formidable Padre Dennis Fahey, han jugado su papel en la historia de los últimos dos siglos. Sin embargo, el punto de vista expresado aquí — como también creemos que era el del Padre Fahey si lo hemos leído correctamente — es que el casi universal dominio de la Revolución hoy en día se debe más a nuestra naturaleza caída que a ninguna otra cosa. O sea, el hombre se ha inclinado siempre desde la Caída a vivir conforme a su propia voluntad en vez de acatar la de Dios. Comenzando hace dos siglos, los hombres comenzaron finalmente a derrocar las instituciones políticas y sociales que acotaban esa inclinación. Durante algún tiempo, la Iglesia fue capaz de evitar que esta transformación se hiciera casi completa, de la misma manera como anteriormente había podido evitarla plenamente. En el Concilio Vaticano II, sin embargo, se repudió el que sus enseñanzas debieran jugar un papel o tuvieran influencia en los asuntos políticos. (Nos referimos a política en el sentido de que constituye el medio por el cual se regula la vida en sociedad). De entonces para acá, poco ha sido lo que se le ha interpuesto en su camino.

Decir que haya sido poco lo que se ha interpuesto en su camino no quiere decir que haya sido nada. Aquí y allá, grupos e individuos luchan por mantener viva la idea del Orden Social Cristiano. Su mera existencia impide al casi universal dominio de la Revolución volverse absoluto. Eso por una parte. Por la otra, manteniendo viva la idea ahora, también hacen posible que el orden social cristiano sea revivido cuando Dios decida que la hora de restablecerlo ha llegado.

La labor de estos individuos y grupos es gravoso, pues no es fácil permanecer siempre en el lado perdedor de la historia. Las cosas pueden ser aún más descorazonantes para aquéllos que no están ocupados directamente en esa labor pero que la apoyan. ¿Llegará algún día un tiempo más luminoso? se preguntan.

Un Ejemplo Alentador

La historia que sigue puede darnos algún aliento. Es la historia — narrrada de manera demasiado breve — de los Cristeros Mexicanos, campesinos católicos que no aceptaron que la revolución fuera su movimiento. Se levantaron en armas contra su propia nación, y por su misma lucha y muerte en el número en que lo hicieron, dieron el mentís — como lo hicieran los Vendeanos en Francia y los Carlistas en España — a la idea de que el enemigo le debe su éxito pasado y presente a "el pueblo."

La historia de los Cristeros, empero, no es una de victoria. Eso no la hace menos inspiradora, sin embargo, pues si al final depusieron las armas no fue realmente para rendirse a la Revolución contra la cual lucharon. Militarmente tuvieron éxitos brillantes, y el que ellos pudieran haber prevalecido finalmente en el campo de batalla es posible, y en mayo de 1929, hasta se veía probable. Sin embargo, carecían del apoyo que merecían. Esto no se refiere al apoyo popular, pues el de ellos fue un levantamiento genuinamente popular. Lo que faltaba, excepto al mero inicio (y que aun entonces no era de una naturaleza práctica) era el apoyo de los obispos de la Iglesia en México. Faltaba también el apoyo de la Santa Sede, que alguna vez había tronado contra el régimen de la Ciudad de México, pero eso había sido antes de llegar a un arreglo con él, arreglo que fue fatal para los Cristeros. En lo que atañe a que los obispos y la Santa Sede hayan seguido el camino que siguieron, podría decirse que en vez de apoyar a los Cristeros, los campesinos-guerreros fueron traicionados por los mismos hombres por quienes ellos lucharon.

Y traicionados fueron. En última instancia, sin embargo, lucharon por ellos mismos, por sus familias, por su forma de vida, por sus creencias. Si fueron compelidos a dejar de luchar no lejos de alcanzar una victoria, su causa no fue derrotada, y ciertamente no fue una causa perdida. Permanece viva en las mentes y corazones de muchos mexicanos que todavía creen como creyeron los Cristeros. Permanece viva de manera parecida a la que la causa del Sur (la causa de una sociedad ordenada jerárquicamente y arraigada en la tierra, fiel a las costumbres y a las tradiciones, aferrándose al honor y desdeñosa del pragmatismo político), para muchos Americanos no se ha perdido, aun cuando la guerra que se luchó para formar una nación independiente que la encarnara cesó en 1865.

Como pasa con todo lo que tiene una escala épica como la historia de la Cristiada, lo que sucedió no puede entenderse sin una comprensión de los antecedentes historicos. (Los Cristeros, los hombres que se alzaron en la Cristiada, no se llamaban Cristeros a sí mismos, ni su lucha la llamaban rebelión Cristera. La palabra "Cristero" fue acuñada y aplicada a ellos por sus enemigos, los Masónico-Socialistas que gobernaban México, por razón de su lema y verdadero grito de guerra "¡Viva Cristo Rey!")

Fuentes

Antes de que veamos los antecedentes históricos, vienen al caso unas palabras concernientes a las fuentes que utilizamos. Existen en inglés crónicas confiables de La Cristiada: La más completa — de hecho la obra definitiva sobre el tema — es The Cristero Rebellion; The Mexican People Between Church and State, 1926-1929 , por Jean A. Meyer (Cambridge University Press, 1976) [N del Tr: en español se publicó como: La Cristia­da: Guerra de los Cristeros. Ciudad de México: Siglo XXI Editores, 1978]. Otra obra que puede recomendarse es Viva Cristo Rey!The Cristero Rebellion and the Church-State Conflict in Mexico, por David C. Bailey (University of Texas Press, 1974).

Esos dos libros y algunas otras cosas, pero principalmente esos dos libros, son la fuente de la mayoría de los hechos que se narran aquí, aunque la interpretación de muchos datos nace de nuestro imperturbable punto de vista católico y de nuestras convicciones personales que emanan de él. Debe mencionarse de la obra de Bailey, sin embargo, que él le atribuye a dos organizaciones mucha mayor parte de la dirección o mando de la rebelión Cristera que la que realmente ejercieron. (Las memorias escritas por algunos veteranos de las batallas, así como e libro de Meyer, lo dejan claro.) Esas organizaciones fueron la ACJM (Asociación Católica de la Juventud Mexicana) y, especialmente, la LNDLR (Liga Nacional Defensora de la Libertad Religiosa.)

Es cierto que en 1926, los hombres que formaban el núcleo de la LNDLR decidieron, habiéndose agotado otros medios) que no había manera de terminar la opresión de la Iglesia en México excepto mediante la insurrección armada contra el gobierno, con el objetivo final de reemplazarlo por uno católico. Sin embargo, para cuando la decisión fue tomada ya habían ocurrido alzamientos campesinos en numerosas localidades, y aquí y allá habían comenzado a surgir paladines campesinos y estaban empezando a combinar sus esfuerzos. En otras palabras, el movimiento estaba en marcha. Los abogados, doctores, ingenieros, pequeños comerciantes e intelectuales de la clase media que formaban la LNDLR tuvieron que correr como locos para ponerse al frente. Además, una vez llegaron, simplemente sólo estaban ahí. Algunos habrían de pagar un alto precio por su "dirigencia" de los Cristeros, incluyendo el precio más extremo, pero pocos jamás vieron acción en el terreno de combate. Los Cristeros en gran medida fueron jefes de sí mismos. Habrían seguido su lucha con o sin la LNDLR  De hecho, la siguieron. El último guerrero Cristero que murió en batalla cayó en 1941, doce años después de que la traición dejara totalmente impotente a la LNDLR y a la ACJM. (La LNDLR pronto se disolvió. La ACJM fue fundida en la organización juvenil oficial del episcopado).

Quiénes fueron

La verdadera naturaleza de la rebelión se ve por los hombres que al final se volvieron sus verdaderos dirigentes Como los campesinos de La Vendee en Francia fueron dirigidos mayormente por otros campesinos y artesanos que demostraron un don sorprendente para dirigir militarmente, especialmente en acciones de tipo guerrilla, los Cristeros hallaron su general más brillante en un hombre que había sido vendedor viajero de productos farma­céuticos antes de que comenzara la insurgencia. Su nombre, aún honrado por los patriotas católicos de Méxi­co, era Jesús Degollado Guízar. Dos de los más altos generales eran simples sacerdotes (ambos étnicamente indios) de parroquias rurales, los padre Aristeo Pedroza y José Reyes. Otros hombres sin experiencia militar ascendieron a puestos de mando en un ejército que contaba con 50,000 hombres cuando parecía estar al borde del triunfo.

Unos pocos soldados profesionales habrían de pelear del lado de los Cristeros. El más ilustre, un artillero que fue hecho general en el ejército regular de México a la edad de 40 años, era Enrique Goroztieta. Por increíble que parezca, él era agnóstico, hasta masón. Por qué motivo exactamente había dejado el ejército antes de que comenzara la revuelta y luego se unió a ella, no está claro. Era un hombre ambicioso y pudo haber soñado en una carrera militar exitosa que lo llevara a alcanzar el poder político. ¿Dejó el ejército regular porque su carrera ahí no lo estaba llevando en esa dirección? ¿Se imaginaría que una victoria cristera sí lo llevaría? Apenas si tiene importancia. Lo que sí la tiene es que su servicio con los Cristeros lo volvió católico y lo llevó a sufrir una muerte heróica.

Fue el comportamiento de sus hombres fuera del campo de batalla pero especialmente bajo fuego, lo que convirtió al militar profesional. Específicamente, el comandante se había llenado de admiración por los hombres que él comandaba. Esto puede sacarse de numerosos comentarios que a lo largo del tiempo les daba a sus subordindos y a sus colegas oficiales. ¿Qué hacía a los Cristeros ser los hombres que eran? Era su Fe, fue lo que concluyó. Y así, la abrigó él mismo.

Dejaremos que Jean Meyer describa lo que Gorostieta atestiguó cuando veía a los Cristeros en acción. "Soldados en huaraches y vestidos de algodón blanco, henchidos todavía del espíritu comunitario de su aldea, de su parcela, de sus proyectos privados, [que] se mantenían firmes bajo el fuego, no titubeaban para responder a exigencias supremas, y frente a los ojos de él cruzaron aquélla raya más allá de la cual uno ya no se ama a sí mismo, más allá de la cual uno ya no piensa en preservar la propia vida. Los veía levantarse y marchar calmadamente al combate, lanzarse machete en mano sobre las ametralladoras federales y escalar alturas en cuya cima los simples campesinos comenzaban a parecernos ser grandes guerreros."

El 2 de junio de 1929, en una hacienda de Michoacán, separado de sus hombres, herido, enterado de que los obispos estaban vendiendo la causa, atrapado en una casa rodeada por tropas del gobierno, pero rehusando rendirse, Gorostieta se lanzó fuera y murió con pistolas disparando en ambas manos, evidentemente determinado a llevarse consigo a tantos federales como fuera posible.

Aunque la LNDLR le había conferido el título de "Jefe Supremo" de lo que llamaba la Guardia Nacional, debe enfatizarse que Goroztieta, no más que Jesús Degollado, que el Padre Pedroza, que el Padre Reyes o que nadie más, jamás fue por los Cristeros mismos visto como su Supremo Comandante o Dirigente. La rebelión no tuvo un Pancho Villa, un Emiliano Zapata o un caudillo. En el contexto de la historia de México esto era tan desusual que el agregado militar de la Embajada de los Estados Unidos, el Coronel Gordon Johnston, informó al Departamento de Guerra en Washington que esa era la característica más sobresaliente de la rebelión.

¿Podría haberle ocurrido a Johnston, quien casi ciertamente era protestante (y probablemente masón si llegó a ser coronel en el ejército de los Estados Unidos en esa época), que los hombres con Cristo Rey a su cabeza no tenían necesidad de un solo dirigente humano a quién seguir?

(continuará)

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